Lectura del Día

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25 de octubre del 2025

25 sábado
Verde / Blanco

Feria o SAN ANTONIO M. CLARET, Obispo
MR pp. 820 y 904 [852 y 944] / Lecc. II p. 934

Nació en Cataluña (1807). Se dedicó a la predicación popular y luego fundó un Instituto misionero. Se entregó al apostolado en Cuba, como arzobispo de Santiago, y después lo llamaron para que fuera consejero de la reina de España, a quien acompañó en el destierro. Perseguido y calumniado, murió en Francia (1870). Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como claretianos, que continúan su carisma.

ANTÍFONA DE ENTRADA

Éstos son los hombres santos que se hicieron amigos de Dios, insignes predicadores del Evangelio.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que otorgaste a san Antonio María Claret, obispo, la fuerza del amor y la paciencia para evangelizar a los pueblos, concédenos, por su intercesión, anteponer tus intereses a todo, y esforzarnos en ganar a nuestros hermanos para Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

[El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes.]
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 8, 1-11
Hermanos: Ya no hay condenación que valga contra los que están unidos a Cristo Jesús, porque ellos ya no viven conforme al desorden egoísta del hombre. Pues, si estamos unidos a Cristo Jesús, la ley del Espíritu vivificador nos ha librado del pecado y de la muerte. En efecto, lo que bajo el régimen de la ley de Moisés era imposible por el desorden y egoísmo del hombre, Dios lo ha hecho posible, cuando envió a su propio Hijo, que se hizo hombre y tomó una condición humana semejante a la nuestra, que es pecadora, y para purificarnos de todo pecado, condenó a muerte al pecado en la humanidad de su Hijo. De este modo, la salvación prometida por la ley se realiza cumplidamente en nosotros, pues que ya no vivimos conforme al desorden y egoísmo humanos, sino conforme al Espíritu.
Ciertamente, los hombres que llevan una vida desordenada y egoísta piensan y actúan conforme a ella; pero los que viven de acuerdo con el Espíritu, piensan y actúan conforme a éste. Las aspiraciones desordenadas y egoístas conducen a la muerte; las aspiraciones conformes al Espíritu conducen a la vida y a la paz. El desorden egoísta del hombre es enemigo de Dios: no se somete, ni puede someterse a la voluntad de Dios. Por eso, los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita, verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si Cristo vive en ustedes aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte, a causa del pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL del salmo 23

R. Haz, Señor, que te busquemos. Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos. R. ¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. R. Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11

R. Aleluya, aleluya. No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor. R. Aleluya.

EVANGELIO

[Si no se arrepienten, perecerán de manera semejante.]
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”. Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’ El viñador le contestó: ‘Señor déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ”. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Jesús, interpretando dos tristes sucesos, manifiesta la exigencia fundamental de la vida cristiana: hacer penitencia, arrepintiéndonos con sinceridad de lo mal hecho. A partir de acontecimientos como éstos y frente a nuestro incierto futuro, Él nos exhorta a estar prevenidos para el inexorable juicio divino. Las desgracias no son necesariamente un castigo, sino que hasta pueden ser una invitación a una mejora de vida. No venimos al mundo para ser simples plantas de ornato, sino árboles que –en contraposición a la higuera de la parábola– den, en abundancia, el fruto esperado.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Dios todopoderoso, las ofrendas que presentamos en la festividad de san Antonio María Claret, y concédenos expresar en la vida los misterios de la pasión del Señor, que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ez 34, 15

Yo mismo apacentaré a mis ovejas; yo mismo las haré reposar, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Por la eficacia de este sacramento, confirma, Señor, a tus siervos en la verdad de la fe, por la que san Antonio María Claret nunca cesó de trabajar, dedicándole toda su vida, para que en todas partes la profesemos, de palabra y de obra. Por Jesucristo, nuestro Señor.