25 sábado
Verde / Blanco
Feria
o SAN ANTONIO M. CLARET, Obispo
MR pp. 820 y 904 [852 y 944] / Lecc. II p. 934
Nació en Cataluña (1807). Se dedicó a la predicación popular y luego
fundó un Instituto misionero. Se entregó al apostolado en Cuba, como
arzobispo de Santiago, y después lo llamaron para que fuera consejero
de la reina de España, a quien acompañó en el destierro. Perseguido
y calumniado, murió en Francia (1870). Fundó la Congregación de
Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como
claretianos, que continúan su carisma.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Éstos son los hombres santos que se hicieron amigos de Dios,
insignes predicadores del Evangelio.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que otorgaste a san Antonio María Claret, obispo,
la fuerza del amor y la paciencia para evangelizar a los pueblos,
concédenos, por su intercesión, anteponer tus intereses a todo, y
esforzarnos en ganar a nuestros hermanos para Cristo. Él, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en ustedes.]
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 8, 1-11
Hermanos: Ya no hay condenación que valga contra los que
están unidos a Cristo Jesús, porque ellos ya no viven conforme
al desorden egoísta del hombre. Pues, si estamos unidos a Cristo
Jesús, la ley del Espíritu vivificador nos ha librado del pecado y de
la muerte. En efecto, lo que bajo el régimen de la ley de Moisés era
imposible por el desorden y egoísmo del hombre, Dios lo ha hecho
posible, cuando envió a su propio Hijo, que se hizo hombre y tomó
una condición humana semejante a la nuestra, que es pecadora, y
para purificarnos de todo pecado, condenó a muerte al pecado en
la humanidad de su Hijo. De este modo, la salvación prometida
por la ley se realiza cumplidamente en nosotros, pues que ya no
vivimos conforme al desorden y egoísmo humanos, sino conforme
al Espíritu.
Ciertamente, los hombres que llevan una vida desordenada
y egoísta piensan y actúan conforme a ella; pero los que viven
de acuerdo con el Espíritu, piensan y actúan conforme a éste.
Las aspiraciones desordenadas y egoístas conducen a la muerte;
las aspiraciones conformes al Espíritu conducen a la vida y a
la paz. El desorden egoísta del hombre es enemigo de Dios:
no se somete, ni puede someterse a la voluntad de Dios. Por
eso, los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden
agradar a Dios.
Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida
conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita,
verdaderamente en ustedes.
Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En
cambio, si Cristo vive en ustedes aunque su cuerpo siga sujeto
a la muerte, a causa del pecado, su espíritu vive a causa de la
actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos,
habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los
muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su
Espíritu, que habita en ustedes. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 23
R. Haz, Señor, que te busquemos.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en
él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó
sobre los ríos. R.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar
en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no
jura en falso. R.
Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará
justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti,
Dios de Jacob. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11
R. Aleluya, aleluya.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva,
dice el Señor. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Si no se arrepienten, perecerán de manera semejante.]
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le
contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos,
mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este
comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les
sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos?
Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de
manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados
por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que
todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si
ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera
plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo
entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a
buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para
qué ocupa la tierra inútilmente?’ El viñador le contestó: ‘Señor
déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle
abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ”.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Jesús, interpretando dos tristes
sucesos, manifiesta la exigencia fundamental de la
vida cristiana: hacer penitencia, arrepintiéndonos con
sinceridad de lo mal hecho. A partir de acontecimientos
como éstos y frente a nuestro incierto futuro, Él nos
exhorta a estar prevenidos para el inexorable juicio
divino. Las desgracias no son necesariamente un castigo,
sino que hasta pueden ser una invitación a una mejora
de vida. No venimos al mundo para ser simples plantas
de ornato, sino árboles que –en contraposición a la
higuera de la parábola– den, en abundancia, el fruto
esperado.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Dios todopoderoso, las ofrendas que presentamos en la
festividad de san Antonio María Claret, y concédenos expresar en
la vida los misterios de la pasión del Señor, que ahora celebramos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ez 34, 15
Yo mismo apacentaré a mis ovejas; yo mismo las haré reposar,
dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por la eficacia de este sacramento, confirma, Señor, a tus siervos
en la verdad de la fe, por la que san Antonio María Claret nunca
cesó de trabajar, dedicándole toda su vida, para que en todas partes
la profesemos, de palabra y de obra. Por Jesucristo, nuestro Señor.