21 martes
Verde
Feria o
Misa por la Familia
MR p. 1060 [1105] / Lecc. II p. 919
ANTÍFONA DE ENTRADA Ef 6, 2-3
Honrarás a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy
importante, que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás
largo tiempo en la tierra.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, ya que en tu designio tiene su sólido fundamento la
familia, atiende misericordiosamente las súplicas de tus siervos y
concédenos que, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de tu
Hijo Unigénito en el don de su amor y en sus virtudes domésticas,
disfrutemos de la eterna recompensa en la alegría de tu casa. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Si por el pecado de un solo hombre reinó la muerte, con mucho más
razón los que reciben la gracia reinarán en la vida por Jesucristo.]
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 5, 12. 15b. 17-
19. 20b-21
Hermanos: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por
el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres,
porque todos pecaron.
Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues
si por el delito de un solo hombre todos fueron castigados con la
muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado
sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios.
En efecto, si por el pecado de un solo hombre estableció la
muerte su reinado, con mucha mayor razón en la vida por un solo
hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante
que los hace justos.
En resumen, así como por el pecado de un solo hombre, Adán,
vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo
hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da
la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron
hechos pecadores, así por la obediencia de uno solo, todos serán
hechos justos.
De modo que, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia,
para que así como el pecado tuvo poder para causar la muerte,
así también la gracia de Dios, al justificarnos, tenga poder para
conducirnos, a la vida eterna por medio de Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 39
R. Concédenos, Señor, hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas, Señor, tú no quisiste; abriste, en cambio,
mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que
dije: “Aquí estoy”. R.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo
que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis
labios, tú lo sabes, Señor. R.
Que se goce en ti y que se alegren todos los que te buscan.
Cuantos quieren de ti la salvación, repiten sin cesar. “¡Qué grande
es Dios!” R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 21, 36
R. Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo
del hombre. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela.]
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén listos, con
la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a
los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda,
para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes
su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá
la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega
a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos
ellos”. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: La vigilancia –como algo característico
de quien anda en búsqueda de la perseverancia– es
una actitud muy recomendada por Cristo (Cfr. Mc
14, 38; Mt 25, 13). La vida del creyente debería estar
toda ella orientada a preparar el encuentro definitivo
con el Señor. «Estar despierto», en sentido cristiano,
significa estar siempre prontos a recibirlo en esa tan
trascendental cita final (Cfr. 1 Tes 5, 4-11). Entonces, en
el anhelado banquete del Reino al que todos aspiramos,
el siervo podrá transformarse, sorprendentemente, en
“distinguido” comensal.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de reconciliación, te suplicamos
humildemente que conserves a nuestras familias en tu gracia y en
tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Is 49, 15
¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura? Aunque hubiera
una que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre clementísimo, haz que aquellos que alimentaste con el
sacramento celestial, imiten sin cesar los ejemplos de la Sagrada
Familia de tu Unigénito para que, después de las pruebas de esta vida,
logren estar en su compañía por toda la eternidad. Por Jesucristo,
nuestro Señor.